En el primer día de clases de psicología en la facultad de medicina, nuestra primera actividad fue que un ente simbólico nos presentara y contestáramos una pregunta que seguro se repite en la mayoría de las carreras: "¿Por qué?", refiriéndose al motivo de ingresar, en este caso, a la carrera de psicología. La respuesta, en la mayoría de los casos es una variación de: “porqué quiero ayudar a la gente”, y al final de la clase, la respuesta del maestro o maestra, como me sucedió a mí, es una variación de: “no, estudias psicología porque quieres ayudarte a ti mismo”. Nosotros, sorprendidos, lo creemos, y esta anécdota se convierte una especie de chiste a lo largo de la carrera y en la vida profesional. Ahora, diez años después, una nueva experiencia académica comenzó para explorar a la pareja y la familia, y me pregunto, ¿Qué tanto elegí esta maestría porqué quiero mejorar mi sistema familiar y mis relaciones de pareja? Al comenzar la maestría no reparé en los objetivos pers...
“Piensa positivo”, “venimos al mundo a ser felices”, “ser feliz es una decisión”, “todo sucede por una razón”, “tienes que pasar página”, “sonríele a los problemas”, “deja de pensar tanto”, “no seas tan sensible”, “tienes que superarlo”, sé la mejor versión de ti”, “no te conformes con poco”, “sé un ganador”, “hagas lo que hagas, no te olvides de ser feliz". Y hay más de donde salieron esas. Las podemos encontrar en las tazas, las paredes de gimnasios, playeras, saliendo de la boca de coaches, en las imágenes de Piolín que mandan familiares en los grupos de what´s app y actualmente, sobre todo, en redes sociales. Si buscamos en Google algo como “frases motivadoras”, aparecen similares, pero ¿realmente motivan a la acción o solo causan una sensación momentánea de placer?, ¿realmente son útiles?, ¿qué peligros pueden esconder? W. Q. Elaine Perunovic, Joanne V. Wood y John W. Lee, psicólogos (2009), realizaron un estudio que consistió más o menos en lo siguiente: a dos grupos, uno ...