¿Qué es la salud familiar?, ¿es posible pensar en una familia sana?, ¿qué tan funcional es nuestra familia?, y, ¿la de nuestros pacientes/consultantes?
Primero, hay que diferenciar entre “salud de la familia” y “salud familiar”. La primera es más bien la suma de los estados de salud de los miembros de la familia, es un vistazo por separado de como esta cada uno de ellos: Juan es inestable emocionalmente, María es muy dependiente, Pedro regula adecuadamente es autónomo, etc. Por otro lado, la salud familiar es un agente social, se analiza el todo, recordando la frase conocida de la psicología Gestalt: “el todo es más que la suma de sus partes”; este elemento influye en la aparición, o no, de enfermedades en uno o varios miembros de una familia: los pacientes identificados de una familia que van o son llevados a terapia, no son más que un síntoma de la dinámica familiar.
Podemos encontrar 4 estadios dinámicos de la salud familiar, es decir, 4 momentos de funcionamiento que pueden variar en el tiempo, dependiendo de los mecanismos de adaptación y el cumplimiento, o no, de las tareas que realice cada familia en sus diferentes etapas de su ciclo vital (tema del que hablaremos posteriormente) o bajo estresores externos (enfermedad o fallecimiento de un familiar, desempleo, divorcio, etc.). Los estadios son los siguientes:
Normofuncional: Hay un
equilibrio estable, cumpliéndose las funciones del ciclo vital familiar y las
demandas del entorno. Existe un sentido de pertenencia en la familia, pero
también el fomento para lograr la autonomía de los diferentes miembros: “esta
es mi familia, pero para crecer necesito, sin perder el contacto, separarme de
ella, y mi familia me apoya”. Ante factores estresantes existen respuestas
adaptativas adecuadas y existen normas internas bien claras. No, no es una
utopía, es un estado posible.
Crisis familiar: Este
momento es necesario para la evolución de un sistema, sino existieran crisis no
habría oportunidades de crecimiento. Los ajustes que haga la familia pueden
traer consecuencias positivas o negativas, llevando a la familia a adaptarse o
acrecentar la crisis y llevándola a la siguiente etapa.
Disfuncionalidad familiar: No
hay equilibrio, las tensiones generan reacciones patológicas, y para poder
restaurar el equilibrio se tiene que hacer un esfuerzo para identificar y
movilizar los recursos familiares o recurrir a recursos externos, y ahí es
donde generalmente entramos nosotros como psicoterapeutas, nuestra primera
función es ralentizar la progresión de la enfermedad y las tensiones y guiar a
que la familia de respuestas adecuadas para su adaptación. Si esto no sucede,
la familia puede pasar al siguiente momento, que es el más conflictivo.
Familia en equilibrio
patológico: No existen respuestas adecuadas a las tensiones, las crisis se
vuelven un círculo vicioso, se trata de un atasco evolutivo que perpetúa la
enfermedad familiar. Las posibles salidas son la ruptura y disolución de la
familia, o bien, la búsqueda de recursos externos, en un proceso seguramente de
altas y bajas, lento, hasta empezar a desarrollar nuevas respuestas
adaptativas.
El resumen se observa en el siguiente esquema (que le robe a mi maestra), donde AVE son los acontecimientos vitales estresores.
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Estadios dinámicos de la salud familiar |
Habrá que preguntarnos, ¿en qué estadio se encuentra mi familia?, ¿con que recursos contamos?, ¿es necesario recurrir a recursos extrafamiliares?, y si como psicoterapeutas nos llega una familia, preguntarnos lo mismo.
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