Todos de una u otra forma tuvimos conflictos desde la más tierna infancia con nuestros padres, algunos leves, otros más graves, otros que se cronificaron, pero eso sí, es falsa la idea de la familia perfecta. Los padres narcisistas tienen una particular característica, necesitan hacer creer, de una otra forma, que las suya es así, impecable, para los hijos este es un abuso silencioso, en ocasiones más grave que otros tipos de violencia.
Los hijos de una familia narcicista deben estar al servicio
de los padres, recordemos que para el narcisista primero están sus propias necesidades,
luego las de él, y después (y eso, tal vez), las de los demás. Al hablar particularmente
del tema de este artículo, tienen un anhelo general: provocar una buena imagen,
que los demás piensen lo buen padre o madre que son, que piensen: ¡qué bien
educan a sus hijos! Posiblemente esto suceda al ser un abuso casi imperceptible
para el exterior (e incluso al interior) de la familia, de hecho, se podría
decir que este tema es todavía un tabú, por ello la importancia de hablar de él.
Los hijos de los padres narcisistas son categorizados por el
padre narcisista dominante de la familia, a veces ambos son narcisistas o en
ocasiones uno de ellos es codependiente, negando y permitiendo el maltrato.
¿Cuáles son estás categorías?, básicamente tres:
1) el niño dorado (Golden child) o predilecto
2) el chivo expiatorio u oveja negra, y
3) el niño invisible o perdido.
Tres categorías, tres formas de abuso narcisista.
El niño dorado
Pareciera a simple vista (pero una vista superficial o en
negación) que este hijo es un niño sano, bien cuidado, atendido, estimulado, amado,
sin embargo, es un niño gravemente abusado psicológicamente. El problema es que
su identidad esta al servicio de las necesidades de los padres (o el padre o
madre narcisista), se convierte en la proyección de los deseos del narcisista
(muchas veces aquello que no pudo lograr), es usado para presumir (no al niño,
sino a sí mismo a través del niño inflar su propio ego). Por ejemplo, es común que,
en las comidas con parientes o amigos, alardean sobre los logros o como son sus
hijos.
El niño dorado, o también podríamos llamarlo el elegido, perfecto,
el mejor, el ganador -nunca pierde y no está permitido-, el rey, el más bello, el
niño trofeo, ¡igual al padre!, es consentido en exceso, se le aluda contantemente,
a veces sin motivo, se le dotan características que no pose, cuando comete conductas que son inapropiadas tienen consecuencias
poco equilibradas con la realidad (si es que las tienen), son justificadas o,
en el caso de que haya otro hijo, la culpa será direccionada a este hijo, convirtiéndose
en el chivo expiatorio (del cual hablaremos en otra entrada, pero adelanto que
generalmente estos dos hermano con roles opuestos generalmente están en constante
disputa).
Se le enseña constantemente que es especial, es idolatrado y,
por lo tanto, todos le deben tratar igual, no debe esperar menos, esto le
traerá conflictos sociales posteriormente, en sus contextos sociales será
caprichoso, culpará a los demás por sus equivocaciones (ya que él nunca se equivoca),
se sentirá y actuará como superior a lo demás y carecerá de empatía.
Este niño, ha sido seleccionado desde su muy temprana
infancia (o quizá desde antes de nacer o ser concebido) para preservar el
narcicismo familiar a la siguiente generación, como a un rey que se le ha
entregado su corona, pero es una corona patológica, probablemente desarrollando
en la edad adulta un espectro narcisista.
No se le ama en realidad, ese supuesto amor se confunde con
favores, permisos, regalos a cuentagotas y por supuesto, ese distorsionado trato
especial. El padre ama su propia proyección que solo esta depositada en la
figura de ese hijo.
Como ya se mencionó, su identidad esta al servicio de las fantasías
de los padres, vive su vida como si no fuera propia, carece de una personalidad,
ideas y emociones propias.
En su vida adulta le es muy difícil salir de esa familia disfuncional, mantendrá un apego y dependencia muy grande con ese padre o madre narcisista, y como ya mencioné, es muy probable que desarrollen un espectro narcisista, perpetuando el ciclo narcisista.
En posteriores entradas describiré al hijo chivo expiatorio y al niño perdido o invisible.
Referencias
El niño dorado y la oveja negra, Silvia Rodríguez
¿Cómo funcionan las familias patológicamente narcisistas?, BarbadoAlonso
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